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domingo, 8 de mayo de 2011

VIVE DE CERCA JORGE CARLOS HURTADO ACTUACION DE CAMPECHANOS EN LA OLIMPIADA NACIONAL 07 MAYO 11


Vivir de cerca las emociones que se dan en la Olimpiada Nacional 2011 que se están disputando en el vecino Estado de Yucatán, es sin duda una experiencia única, de la que pocos tenemos la suerte de tener. Aquí en la capital yucateca durante los eventos de tiro con arco, levantamiento de pesas, ajedrez, judo, sóftbol Femenil, boxeo, tenis de mesa, entre otros, nos encontramos a todo momento al director general del Instituto del Deporte de Campeche, Jorge Carlos Hurtado Montero, quien ha estado cerca y probando los sinsabores y también la alegría de todos los deportistas.
 Durante la Olimpiada de Judo, efectuada en la Unidad Deportiva Inalámbrica, pudimos ver a Jorge Carlos Hurtado Montero sufrir y disfrutar con las derrotas y victorias de los judokas campechanos; confundido entre el público en las gradas, en medio de la porra campechana integrada en su mayoría por madres de familia de los atletas campechanos, Hurtado Montero vivió días de intensas emociones, sobre todo cuando se habían sumado cuatro medallas de oro y faltaba la quinta, que se dio un día antes de terminar con las actividades.
 Miércoles de muchas emociones, pues habían entrado a competencia once campechanas, seis de ellas lograron sendas victorias en su primera aparición, lo que hacía abrigar esperanzas. Entre las chicas ganadoras de su primer combate estaban Maira Crisóstomo Guillermo, Karina Castillo, Diana Romero, entre otras, pero éstas tres eran las que mayores posibilidades tenían en sus respectivas categorías.
 Para la segunda ronda, las tres chicas ganaron de nuevo, y desde las gradas Jorge Carlos Hurtado, encabezaba las porras junto con José Muñoz Valdez, coordinador institucional del Indecam, la profesora Lidia Aguilar, directora del Centro de Desarrollo de Talentos, el metodólogo Francisco Menéndez Botanez y una decena de madres de familia, que, aunque pocos, hacían ruido ensordecedor apoyando a las judokas campechanas.
 En la tercera ronda habían eliminado a siete de las once campechanas, solo quedaban cinco en la pelea por medallas, tres de ellas por el oro, Karina Castillo, Mayra Crisóstomo y la champotonera Diana Romero, “La Güera”, como cariñosamente le llaman todos en el Centro de Desarrollo de Talentos. Fue Mayra Crisóstomo la primera en entrar en acción y enseguida la porra campechana también hacía su labor desde las alturas con coros ensayados, donde los gritos de apoyo de la maestra Lidia Aguilar se escuchaban como tronidos cada vez que la campechana se adelantaba a su rival en algún movimiento.
 Presa de los nervios, la maestra Lidia Aguilar sacó una enorme caja de galletas y se puso a comer, mientras gritaba a cada momento; emocionados, José Muñoz, Frank Menéndez y Jorge Carlos Hurtado, estiraron la mano para tomar un aperitivo ofrecido por la maestra, quien no dejaba de gritar. La galleta les supo amarga, más amarga que la quinina, había perdido Mayra Crisóstomo y los rostros de Hurtado Montero y todos sus acompañantes se tornaron rojos, de impotencia y desesperación, pues la quinta medalla dorada se negaba a caer.
 Sin embargo el destino les deparaba una sorpresa más, donde se conjugarían varios matices emocionales. La suerte fue que entrarían a combate las dos campechanas restantes, Karina Castillo y Diana Romero, en los colchones tres y cuatro, a unos metros frente a la porra campechana, la que se había preparado con ansias con sus cantos y gritos de apoyo, todos seguidos de cerca por los funcionarios del Indecam con su director general, que para ese entonces ya se había devorado la caja de galletas y sus inquietas manos no dejaban de estrujar la Blackberry, en espera de la victoria para enseguida informar al gobernador Fernando Ortega Bernés.
 A cuatro metros de la porra combatía Karina Castillo y tres metros más allá lo hacía Diana Romero con una chica de Guanajuato; peleas de alta calidad, de alto nivel, de gigantes, pues se disputaban el oro, con una porra campechana gritando a todo pulmón y los entrenadores, Frank Menéndez González y Jorge Luis Atencio, también hacían su labor desde sus esquinas, dando instrucciones a sus pupilas.
 Ambas alargaron su combate al tercer período, pero fue Karina Castillo quien sucumbió repentinamente, haciendo callar a la porra y a Jorge Carlos Hurtado tragarse de un solo bocado la enorme barquilla de vainilla que le acababan de convidar. Pero fue solamente en un abrir y cerrar de ojos, pues metros adelante, Diana Romero sostenía combate titánico con la chaparrita guanajuatense, quien iba adelante en el marcador 1-0, a escasos 14 segundos de que el juez decretara el final.
 La porra campechana no amainó en sus gritos y porras, mientras Jorge Luis Atencio, enrojecido de emoción seguía dando instrucciones a la champotonera Diana Romero, quien de pronto tomó a su rival y la puso de espaldas contra la lona. Era un Ipon, tres puntos de diferencia y a escasos segundos del final, rápidamente el árbitro levantó la mano derecha en señal de victoria para la campechana.
 La locura se desató en las gradas, la porra campechana había tomado el control e inmediatamente comenzaron las felicitaciones, los abrazos y las llamadas telefónicas, mientras que Jorge Carlos Hurtado caía sentado y resoplando de alivio. “Ufff, por fin cayó la quinta medalla de oro para el judo; híjole cómo dio trabajo a los atletas y cómo nos hicieron sufrir”, dijo el director del Indecam mientras saludaba a sus más cercanos colaboradores.
 La maestra Lidia seguía echando porras, las madres de familia también felicitaban a las judokas, mientras José Muñoz sonreía al ver la enorme satisfacción de los campechanos en tierras yucatecas. Frank Menéndez Botanez, casi sin aliento el enorme cubano se levantó apretujando su pecho mientras decía: “chico, ya no estoy para estos trotes, me puede dar un infarto”, lo que hizo arrancar las carcajadas de “Papasho” Román Aguilar y el profesor Gustavo Interián Cuevas, últimos en llegar a los emocionantes combates

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